sábado, 21 de abril de 2012


La mañana es triste, nublada, fría, desangelada.

Fulanito pasea junto al Instituto Agustobriga pensativo, ausente, en su mundo. Tiene 81 años, una larga y dura vida de trabajo, penalidades y malvivir en esa finca en el culo del mundo, al cuidado del ganado del señorito. Solo, “abandonado” durante meses en ese recóndito lugar, sin nadie que le visitara, sin ninguna comunicación con la “civilización”.
Fulanito no sabe leer ni escribir porque desde chiquinino lo único que aprendió fue a trabajar, a obedecer a ser sumiso; desde hace un tiempo Fulanito tiene lagunas en la memoria, se le olvida donde está y quien es.
A eso de las once, se sienta en un banco junto al poblao; le gusta irse siempre allí porque le agrada ver tanta chavalería, siente algo especial al ver tanta gente junta, riendo, conversando, jugando, disfrutando.
Fulanito tiene suerte, puede moverse con independencia, sale y entra de la residencia cuando quiere, y aunque no tiene a nadie, de momento no lo necesita.

Menganito tiene 79 años, desde que tenia 10 tuvo que echarse a los caminos para ayudar a su familia, la posguerra era muy dura, había que alimentar muchas bocas en esa casa y había que echar una mano a padre que pa eso es el hermano mayor. A Menganito le costó aprender a leer, escribir y hacerse sus cuentas, la escuela le duró poco, y la mejor escuela como decía su padre es la vida.
Menganito no ha tenido la suerte de Fulanito en lo que respecta a la salud, el cuerpo se le ha deteriorao prematuramente y le está poniendo al limite de sus posibilidades.

Pero Menganito no está solo, tiene a su familia, tiene a sus hijos, a su muhe, y no le van a fallar, van a estar ahí hasta el final, porque tampoco él les falló cuando tuvo que tirar del carro, cuando puso su vida, su tiempo, su trabajo, su entrega a disposición de su familia, pa que no les faltara de na.
Por eso Menganito está tranquilo, apacible, y aunque tenga algún sobresalto de vez en cuando, producto de su deterioro cognitivo, enseguida es consciente de que esa mano que le agarra, esa caricia que recibe, ese beso que le dan, es cariño, es  amor, es confianza….

Fulanito y Menganito forman parte de esa generación que les toco lidiar con las mas fea; los niños adolescentes de los años 40; los adultos de 10 ,12 y 14 años que tuvieron que dejar los números, las letras, la geografía, la historia……. la infancia, porque tenían que estar donde tenían que estar, porque los tiempos no estaban pa perderlos en zarandajas y chuminás como sentarse en un pupitre tol día, porque había que subsistir y esperar a que llegaran tiempos mejores.
Y aunque no tuvieron tiempo pa conectarse al tuenti, o crearse una cuenta Facebook, o estar pendiente del skype; y aunque no se pillaron ningún berrinche porque la batería del móvil se acaba y no podía whatsappear con el amigo que tenían sentado al lado; y aunque no les vagaba ser niñatos caprichosos, malcriados, maleducados y consentidos, estuvieron a la altura, y dieron la cara, y superaron con creces lo que se les pedía…………….y seguían siendo niños.

………….. cuanto tenemos que aprender de nuestros mayores.


“La adversidad nos desafía: o  saca lo mejor  de nosotros o nos quiebra.
Cuando en la vida se presenta la adversidad es cuando cosechas lo que has invertido antes: humildad, disciplina, esfuerzo, entrega.”

Salud

1 comentario:

Ana Lobo Muñoz dijo...

Hola Carlos, si que me acordaba de ti, de lo que no me acordaba era de las mil pesetas. Te dejo mi correo y mi facebook para seguir en contacto.
Lorenzo Lobosanfrutos
pubsanfrutos@hotmail.com
Un saludo.