El jodío barril

Que malos ratos he pasao esta semana ¡hay que joderse!. Resulta que el otro día me da por entrar en el Merle, y allí en el “rincón de la muerte”, lugar de encuentro de la buena gente, esta mi buen amigo Jesús el gitano, enseguida:

“que tomas Carlos”.

“Miguel, dame un Illera”.

Pero había algo que no me cuadraba, ese rictus, esa tristeza, ese apesadumbramiento, esas ojeras. Eso sí, guardando el porte, como es habitual; cortés, educado, atento, amigo.

No pude por menos que preocuparme por su salud, por su estado de ánimo, por su talante. Con precaución y destreza intenté indagar en lo más recóndito de su pensamiento para entresacar que le abducida, que le martirizaba. Poco a poco, y haciendo uso de mis expertos, depurados y versados conocimientos en materias psicológicas, pedagógicas y educativas que tan generosamente he adquirido en mi largo, pero fructífero aprovechamiento académico, empiezo a indagar, entablo conversación, profundizo en lo más hondo de su pensamiento, ¡¡y ahí estaba!!, ¡¡lo encontré!!, ¡¡lo conseguí!!; debo reconocer que me costó trabajo, que tuve que emplearme a fondo, y un tiempo considerable, no en vano la prudencia y la cautela es una cualidad innata en esta raza, pero ahí estaba, por fin lo hablamos.

“Mira Carlos, estoy preocupado por Jose Cachán, y por Paco Ebora”;

“A mí es que eso de los barcos me da mucho miedo, y mira que meterse en mitad de un mar, pues como que me pone mal cuerpo”;

“no se que está pasando, pero le he llamao dos o tres veces y no me coge el teléfono, esto no es por bien”.

Mientras conversábamos, Miguel, el del Merle, se nos acercó con su socarronería habitual (no en vano lo hemos criao en las Minas, y allí nos hemos curtido en mil batallas para salir adelante),

“que pasa, estáis mu serios ¿no?”,

“oyes, ¿habéis visto la tele?, dicen que se ha hundío un barco en el mediterráneo, y que han visto a dos náufragos agarrados a un objeto cilíndrico sin identificar”.

Pues buena cosa fuiste a decir Miguel, a Jesús se le caían unos goterones de sudor como cabezas de niño chico, las lágrimas empezaban a asomar en sus ojos……….. una temblera, que queseyo que eso fuera normal. Pa más INRI que en la tele sale la noticia; imágenes desde un helicóptero y abajo, en pequellino un bulto flotando en el medio del mar.

Poco a poco la cámara se va acercando, ya se distinguen como dos cuerpos, bueno, dos cuerpazos; “coño, pero donde están agarrados, si eso parece……..”, efectivamente, no hay duda, se trata de un barril de Heineken. Raudos, los rescatadores les llaman, les tiran salvavidas, les lanzan un cabo para asirse y ser rescatados; pero que hacen, que dicen, “callad, callad, que parece que están diciendo algo”………

- “ehhhhhhh”,

- “me oís allí arriba”,

- “se me entiende biennnnn”,

- “ si dinos”

- “Que dice Cachán que os vayáis a dar una vuelta haber si veis a alguien más”

- “Que nosotros aguantamos un poquino más aquí”

- “Bueno, hasta que se acabe el barril, que lo tenemos a medias, y no están las cosas pa tirar naaaaaaa”

Fue automático, como un elixir mágico; de repente, sin saber como, una luz inundó la cara de nuestro amigo Jesús, una alegría le recorrió todo el cuerpo, bueno, si no es porque tenía que guardar las composturas lógicas de un caballero, pues que nos quería dar un beso a Miguel y a mi, el jodío……...

Y esos dos menesterosos hinchándose de cerveza en mitad del mar, y sin verter una gota tú.

Salud (c) capitantrueno