Se presentaba una tarde apacible, sin duda: despejada, un solecito que se agradecía (eso sí, de vez en cuando los nublados ocultaban lo que prometía ser una tarde primaveral), no parecía haber mucho trabajo, la compañía estaba bien. En fin que no nos podíamos quejar ¡eh! compañero.
Ya, ya, que te creías que todo iba a ser idílico, tranquilo, despreocupante, monótono. Comienza a oscurecer, los nubarrones parece que se van a caer del cielo, un aire mosqueante, creciente, impertinente se levanta; nosotros tranquilos, paseo paquí, paseo pallá, vamos a hacer uso de nuestros veinte minutitos que luego no te lo agradece nadie.
No se ¿cuanto tiempo llevábamos?, yo creo que no nos había dado a tiempo a hacernos con ese maravilloso magro con tomate que nos sacó nuestro amigo jose miambi; de repente la llamada: atención, atención……………….. unos caballos sueltos en la carretera de Millanes, hay peligro para los el tráfico rodado.
Raudos, como no podía ser de otra manera, con el bocao entre dientes, sin apurar ese berceo tan generosamente puesto por mi jose, sin haber consumido esos 20 minutos que la ley nos dispuso y que no podemos disfrutar como es debio, nos encaminamos a la susodicha carretera.
Cuando subíamos la cuesta del hospital, bien elegida c/ D. Tomas Yuste, a la izquierda, junto a la calzada, un grupo de hombres, de etnia gitana, para más señas, luchaban ferozmente por dominar las ansias de libertad de tres equinos de gran tamaño y superior mala leche.
Como dos profesionales que somos, salimos inmediatamente y procedimos a auxiliar al valiente grupo que se enfrentaba a la infernal lucha contra la naturaleza animal. Como pudimos, entre todos (y nos juntamos 8 hombres y menos hombres), después de una ardua labor de dominio y sumisión, conseguimos doblegar a las bestias. De repente, sin esperárnoslo, como a traición unas gotitas comenzaron a caer, de gotitas pasaron a gotas y posteriormente a goterones, como cabezas de niños pequeños por lo menos. La intensidad fluvial fue aumentando, la situación era como pa vernos; los pobrecillos señores, dueños de los animales, sin prenda que les protegiera, nosotros, prevenidos, cogimos los chubasqueros. Ya, vamos, que bonito, que nos creíamos que así era: los chubasqueros sí, pero los gorros en la taquilla. Así es que el número montado, el colega con otro chubasquero sobre la cabeza, y yo con un gorro que el me dejó sobrepuesto, vamos la imagen era como pa una foto de esas que cuando las ves con el tiempo te tienes que reír por cohone.
El chaparrón era como flojo, los pobres propietarios de las “bestias” hasta el fondo de sus prendas intimas empapaos, nosotros, bueno, nosotros aguantando con un par. Pero había que guardar a esos animales en la cerca, ¡y anda que estaba cerca!. Pero bueno, había que hacerlo, de modo que nos encaminamos carretera palante; cuando pasamos el hospital se nos ocurrió (a pesar de que teníamos el celebro inundado) que como no las guardábamos provisionalmente en un vallado que teníamos a nuestra izquierda, y mañana, a primera hora, se llevarían a su correspondiente lugar.
Pues dicho y hecho. Nos ponemos a abrir la cerca, el potro que se asusta, coletazo y………. Otia que ha desaparecío el niño, que le han abducido (bueno esa palabra no la dijo el sr Vargas, es para ambientar), ¡hijo!, ¡hijo!, ¿Dónde estas?.
En la oscuridad, sin luna que nos amparase y sin las linternas de la “dotación”, no sabíamos que hacer. El compañero, que sujetaba al equino fiero e indomable, se dio la vuelta para controlar la situación y ¡zas!, de repente, como si de un agujero negro se tratara, el potro que desaparece. ¡Hay dios mío!, que situación, que estupor, que miedo, que estará pasando.
Cuando el pánico comenzaba a invadirnos, cuando la incertidumbre nos acogotaba, de repente, sin ver de donde, como una voz de ultratumba, se oyó ¡Questoy aquí!, ¡sacarmeeeeeeeee!, ¡socorroooooo!. Pero de donde venia, mirábamos palante y nada, mirábamos pal lao y nada, mirábamos patrás y nada; de repente, a alguien se le ocurrió mirar pabajo ¡¡¡¡¡y allí estaba!!!!, mae mía, que susto, y lo peor es que lo que se atisbaba era un bulto pequeñito y otro inmenso que parecía que lo iba a absorber. Gritos, nervios, carreras, y de repente se me ocurre acercar el vehiculo con la luz larga dada, ¡que susto!, allí estaba el zagal, con una porción de barro considerable empapao de agua…………. y a su lado
Posteriormente, no sin arduos esfuerzos por parte de varios de los presentes, conseguimos liberar al potro, lo depositamos en el recinto que habíamos dispuesto. Todo acabó, ya podíamos descansar, y encima dejó de llover, “mecaguenla…. ya podía haberlo dejao antes”.
Empapaos, cansados, exhaustos, desangelados….. hasta los güevos, nos montamos en el vehículo policial y nos encaminamos a jefatura a secarnos y a acicatarnos un poquino que estábamos guapos de barro……………………… y todo acabó.
Ahora, vayas por donde vayas, como topes con alguno de los presentes aquella noche, como te cruces, como coincidas en algún bar: rápidos, sin dudarlo, con la sonrisa en los labios, con el gesto de agradecimiento reflejado en los ojos, te preguntan si necesitas algo, si quieres tomar algo, “que lo que hicisteis esa noche no se nos olvida”, “que os portasteis muy bien con nosotros”, que si tal, que si cual.
"Que no hombre, que no os preocupéis, que eso también es nuestro trabajo joer".
Desde luego que gente más agradecía y más cumplidora coño.
Salud
© capitantrueno
3 comentarios:
jajajaja, me encanta la frase finl, coño.
Pero me ha sorprendido que eso entre dentro de uestro trabajo. Claro, quién iba a hacerlo si no, pero qué mieeedo!!!
(Quieres ver otra hª de caballos?:
http://fuertesdelmar.blogspot.com/
Luego te cuent quién es la vocecita del principio del video...
Saludddd!!!
tengo los funsibles fundidos y oí no me entero de ná, pero me encantan las pinturas de caballos.
gracias. Clem
Necesitaba estar entre mis amigos, os echaba de menos, pero que le vamos a hacer, con los follones que tengo de casa, con los pintores, los carpiteros, y yo chapuceando lo que puedo, no he tenido tiempo ni de atenderos.
Ya se lo he dicho a mi Loli: hoy sin falta tengo que dedicar unos minutos a mi gente.
Cris, aunque no te lo creas eso también forma parte de nuestro trabajo, y eso no es malo, ni mucho menos, al contrario, lo enriquece y lo hace más ameno .........., a mi me encanta.
Amigo Cremente, no te preocupes, lo mismo es que no has entendido bien la jerga que hablo o que te cuesta comprender lo sucedido. Fijate, a mi después del tiempo también me cuesta digerirlo.
Salud
Publicar un comentario